Aunque tradicionalmente no se le ha dado demasiado protagonismo a la musculatura del suelo pélvico en el hombre, lo cierto es que ellos no están exentos de padecer disfunciones de este grupo muscular como consecuencia de patologías digestivas, urológicas y proctológicas.
En muchas de estas patologías se hace necesario adoptar una solución quirúrgica (hernias abdominales, hernias inguinales, cirugías digestivas, prostatectomía, resecciones tumorales en vejiga, recto, intestino, etc.).
Según el tipo de abordaje de la cirugía (abdominal o perineal) y la técnica de la cirugía (laparoscópica o abierta), el paciente podrá beneficiarse de tratamiento de fisioterapia antes o después de la intervención.
Independientemente de cuál sea la vía de abordaje, el hecho del acto quirúrgico en sí, supone una agresión importante para los tejidos cuyas secuelas se pueden minimizar si estos tejidos son trabajados y mejorados previamente a la cirugía.
El objetivo del tratamiento antes de la cirugía consiste en la tonificación de los músculos abdominales, pélvicos y perineales, así como mejorar el resto de tejidos, tanto de los directamente implicados en la cirugía como los que los rodean, con el fin de preparar todas estas estructuras para afrontar las posibles secuelas de la intervención quirúrgica en el mejor estado posible.
Una vez realizada la intervención quirúrgica y respetando los tiempos de reposo, si son necesarios, pautados por el médico, se puede iniciar el tratamiento de fisioterapia postquirúrgica.
Los objetivos de la reeducación en este periodo son: